martes, 23 de noviembre de 2010

Contraluz


[Título español de la última novela de Thomas Ruggles Pynchon traducida con honores al castellano por Mr. Vicente Campos y editada por Tusquets en mayo del año del Señor 2010, cinco y pico después de su salida al mercado anglosajón el 21 de noviembre de 2006 con el título Against the day.]

Let's get cynical

No he leído casi ninguna crítica sobre esta novela de Thomas Pynchon, aunque sí un manojo escuálido de reseñas y balbuceos. No he leído críticas porque no las hay, son tan raras como una fotografía del autor. No hay críticas porque los críticos no se han leído el libro. No se han leído el libro porque han perdido la costumbre de leer. Han perdido la costumbre de leer porque, como se dice por ahí, ahora se estila más el solapismo ilustrado, que yo corrijo o aumento y llamo lectura caótica o de las cien primeras páginas o al azar —lecturas de todo a cien o random readings. Tampoco he leído reseñas de críticos porque críticos ya no hay, y en las revistas literarias lo que encuentro son chistes disfrazados de recensiones, cáscaras de crítica y crítica de las cáscaras. Proliferan los fisioterapeutas no ejercientes que hablan sobre libros, los teólogos marianistas que escriben noticias sobre libros, los agrimensores y los bodegueros que pontifican sobre libros, todos los anteriores traficando impresiones subjetivas y desnortadas sobre libros, algunos bloggers dando la lata con libros. Muchos libros y poca lectura. Pocas verdaderas palabras y sólo uno o dos filólogos que hacen su trabajo y luego callan, por vergüenza ajena.

Por ejemplo: decir una y otra vez que tiene más de 1.300 páginas y que su lectura está reservada para los cultores del autor, un cuarto de reseña. Teclear la palabra entropía y delinear un par de pensamientos baratos a su alrededor, otro ¼. Resumir las únicas 100 páginas leídas con los nombres de las ciudades donde se desarrollan los acontecimientos y los de un grupito de personajes, ¾. (Venga, que ya queda menos...) Uno o dos párrafos más con anécdotas históricas, científicas y un palmetazo en la espalda al traductor, las últimas gotas de una polución indigna y a dormir. Mañana habrá que lavar las sábanas.

No os creáis nada de lo que se escriba sobre sus obras porque todo es mentira, mero producto del afán de protagonismo de quienes se erigen en apóstoles suyos. Para hablar de Pynchon antes hay que haberlo leído, con tranquilidad y sin el acoso absurdo de una torre de otros libros esperando a ser comentados. La lectura de Pynchon es ya una actividad en sí misma, un trabajo cuya remuneración es su conocimiento. Y los, así llamados, críticos se comportan con esta y otras altas literaturas como los bebedores en los pubs londinenses, hace tiempo, cuando el tañer de una campana anunciaba la última ronda: los London Drinkers se aglomeraban en la barra para pedir la última pinta y tragársela rápidamente, sin ganas y aun con menos gracia, con el único afán de amortizar la noche, la salida, el estar ahí consumiendo bebidas alcohólicas de tal hora a tal otra, rodeados de borrachos semejantes —de semejantes borrachos—, al calor de su compañía, afuera el frío de la calle y la incomprensión de quienes, en sus casas, se disponen a acostarse. Por lo que esos críticos, esos reseñistas, esos comentaristas, parece que han puesto el libro a Contraluz —¿entendéis el chiste, eh?, ¿lo entendéis?— y sólo han percibido la luminosidad sucia que nimba su margen externo, un halo de desperdicios aprovechable para sus propósitos de ponerlos por escrito, porque quién se atreve a leer de verdad a este Grande, eh, quién se atreve.

Hiperlocaciones

No voy a hablar del espato de Islandia porque este mineral tan sólo constituye en Contraluz el transporte utilizado para arrancar las múltiples derivas narrativas que se ofrecen en la novela. Solamente diré que el fenómeno de la doble refracción que favorece la calcita devuelve dos rayos, uno ordinario y otro extraordinario, a estas alturas esto debería saberlo todo el mundo. En la novela, la historia ordinaria de una venganza por la muerte de un padre anarquista a manos de unos asesinos pagados por capitalistas; la extraordinaria de sus hijos, refractados a velocidad y ángulos variables, vale decir con diferentes vectores, por diferentes partes del Globo, lugares cool en la época en que la historia está ambientada.

Veo en la novela, más que en sus precedentes, una estructura, además de refractaria, hiperenlazada. Como en las entradas informativas de determinadas webs en las que un link con la leyenda Leer más...

3 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo en lo referente a la "crítica". La publicación de Contraluz (yo hubiese preferido Contra el Día, no sé por qué Campos se complica la vida) es la confirmación definitiva de que la crítica literaria seria en España, al menos dentro de los canales habituales, no existe. Lo patético, lo ridículo, y también, en cierto modo, lo indignante, se reveló cuando a final de año hicieron en Babelia una lista de los mejores libros publicados en España en 2010. Por supuesto, en la votación hecha por los “55 críticos, colaboradores y periodistas de Babelia”, la novela de Pynchon no aparece (casi) por ningún lado. El número 5 es, atención, El amor verdadero, de José María Guelbenzu, el autor de la lamentable crítica de Contraluz aparecida en ese mismo medio (que si lo hubiese hecho aposta no hubiese podido dejar más claro que no había leído la novela). En el número 7 aparece Vila-Matas con Dublinesca, en el 10 Marcos Giralt-Torrente con Tiempo de vida. El libro de Pynchon no aparece entre los 29 primeros clasificados, que están enmarcados en un recuadro en el suplemento en papel. Las votaciones de los 55 jinetes del Apocalipsis vienen detalladas en la versión del suplemento en internet. Cada uno de los 55, elige sus diez mejores. 54 de los 55 no consideró que la novela de Pynchon merecía estar entre las diez primeras. Sólo hubo un voto, entre 550 posibles, para Contraluz. Se lo dio Josep Ramoneda, que le concedía el sexto lugar entre sus diez favoritas.

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  2. Por alguna extraña razón un comentario que se pegó aquí anoche ha desaparecido. Quizá fue voluntad del autor (del comentario). Lo rescato. Si quien lo puso lo quiere borrar no tiene mas que decírmelo.

    "Completamente de acuerdo en lo referente a la "crítica". La publicación de Contraluz (yo hubiese preferido Contra el Día, no sé por qué Campos se complica la vida) es la confirmación definitiva de que la crítica literaria seria en España, al menos dentro de los canales habituales, no existe. Lo patético, lo ridículo, y también, en cierto modo, lo indignante, se reveló cuando a final de año hicieron en Babelia una lista de los mejores libros publicados en España en 2010. Por supuesto, en la votación hecha por los “55 críticos, colaboradores y periodistas de Babelia”, la novela de Pynchon no aparece (casi) por ningún lado. El número 5 es, atención, El amor verdadero, de José María Guelbenzu, el autor de la lamentable crítica de Contraluz aparecida en ese mismo medio (que si lo hubiese hecho aposta no hubiese podido dejar más claro que no había leído la novela). En el número 7 aparece Vila-Matas con Dublinesca, en el 10 Marcos Giralt-Torrente con Tiempo de vida. El libro de Pynchon no aparece entre los 29 primeros clasificados, que están enmarcados en un recuadro en el suplemento en papel. Las votaciones de los 55 jinetes del Apocalipsis vienen detalladas en la versión del suplemento en internet. Cada uno de los 55, elige sus diez mejores. 54 de los 55 no consideró que la novela de Pynchon merecía estar entre las diez primeras. Sólo hubo un voto, entre 550 posibles, para Contraluz. Se lo dio Josep Ramoneda, que le concedía el sexto lugar entre sus diez favoritas. "

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  3. Lo puse yo. No sé por qué se borraría, supongo que hice algo mal. Saludos.

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